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Mirón (en griego Μύρων; trabajó h. 480-440 a. C.) fue un escultor y broncista de mediados del siglo V a. C.[1] y uno de los más conocidos autores del arte griego, cuyas aportaciones escultóricas supusieron la transición al periodo clásico. Nacido en Eléuteras,[2] ciudad situada en la frontera de Beocia y el Ática. Según la Historia Natural de Plinio, Agéladas de Argos fue su maestro.[3]
El viajero Pausanias destacó esculturas de Mirón que permanecían in situ en el siglo II. Quionis, un vencedor olímpico del siglo VII de Esparta era conmemorado a través de un bronce idealizado obra de Mirón.[4]
Trabajó fundamentalmente con el bronce:[5] y aunque hizo algunas estatuas de dioses y héroes, su fama descansa principalmente en sus representaciones de atletas, en los que hizo una revolución, según los comentadores de la Antigüedad, al introducir una mayor audacia en la pose y un ritmo más perfecto, subordinando las partes al todo. La observación de Plinio de que las obras de Mirón eran numerosior que las de Policleto y «más diligentes»[6] parece sugerir que eran consideradas de proporciones (numeri) más armoniosas y al mismo tiempo más convincentes en su realismo: diligentia denotaba «gran atención a los puntos delicados», una cualidad que, con moderación, era característica de las mejores obras de arte, según los críticos de la Antigüedad.[7] Su gran mérito consistió en saber captar como nadie el movimiento. Sus obras más famosas se caracterizan por la representación fidedigna de las tensiones del cuerpo humano en movimiento, como se aprecia en su conocido Discóbolo, y el realismo en sus esculturas de hombres y animales.